¿Por qué no adelgazo aunque ‘haga dieta’?



Es común creer que haciendo una estricta dieta, pasando hambre unos meses y vaciando nuestra despensa de dulces para sustituirlos por productos light conseguiremos «recuperar la forma». Sin embargo, el problema viene cuando, pasados unos días, empieza a instalarse en nosotros la ansiedad, el desánimo y la frustración porque, o no estamos perdiendo el peso esperado, o cada vez resulta más complicado seguir esa dieta hipocalórica que empezamos hace unos meses cargados de fuerza de voluntad. ¿Por qué pasa esto? Es sencillo: porque las dietas restrictivas no funcionan.
Índice
Claves para entender por qué una dieta restrictiva no funciona.
1. Vivimos contando calorías y esto es insostenible.
¿De verdad no os parece agotador tener que estar calculando todo el tiempo las calorías de cada alimento que os metéis a la boca? Esto, además de agotador, resulta ineficaz si únicamente nos centramos en las calorías, ya que a nivel nutricional nada tienen que ver 300 kcal de bollería industrial con 300 kcal de legumbres o grasas saludables. Para la pérdida de peso es importante el balance calórico, pero este tiene que estar basado en la sensatez.
2. “Estar a dieta” no puede ser sinónimo de “castigo”.
Alimentarse es un acto sagrado. Si los pensamientos y las sensaciones que tenemos cuando nos estamos alimentando son negativos acabamos impregnando de eso nuestra nutrición. En este sentido, es fundamental que desterremos de nuestro ideario que adelgazar es sinónimo de comer aburrido y pasar hambre. Se puede perder peso disfrutando de la comida, esto es un hecho. Simplemente tenemos que sustituir ciertos productos por otros y seguir algunas pautas.
Si no te entusiasma lo que comes… ¿cómo pretendes mantener esta rutina en el tiempo? Comer saludable no es una cuestión de semanas. Es fundamental que cambiemos el “estoy a dieta” por el “soy mi dieta” ya que el famoso “somos lo que comemos” no puede ser más real. La alimentación es un aspecto clave en la salud y disfrutar de ella es mucho más fácil de lo que imaginas.
3. Restringir calorías mucho tiempo nos hace pasar al modo “supervivencia”.
¿Os suena lo del efecto rebote? ¿Sabéis eso de que empezamos perdiendo mucho peso, pero pasado un tiempo la pérdida de peso se estanca y no hay manera de seguir adelgazando?
Tiene una explicación: tu cuerpo trata de ponerte a salvo. Si dejamos de darle al cuerpo lo que necesita durante un periodo de tiempo prolongado (un par de meses, por ejemplo) el organismo interpreta que hay escasez de alimento y pasa al “modo ahorro”. Esto se lo debemos a la memoria que guardan nuestros genes de la época prehistórica en la que no siempre había disponibilidad de comida y significa que nuestro cuerpo pasará a gastar menos energía y a acumular más.
Además, también se relaciona con el temido efecto rebote porque después de un tiempo restringiendo calorías, cuando volvemos a darle comida a nuestro cuerpo este “se pone las pilas” para intentar acumular lo máximo posible por si vuelve pronto otra “época de escasez” y ahí lo tienes: el temido efecto rebote.



4. Dejamos de consumir grasas saludables y las sustituimos por productos light o 0%.
Uno de los primeros pasos cuando empezamos una dieta es eliminar las grasas o sustituirlas por productos light y esto es un gran error. Es verdad que las grasas son calóricas, pero son necesarias. Las grasas contribuyen en la regulación hormonal y activan el metabolismo, aspectos indispensables para la pérdida de peso. Además, son numerosos los estudios que afirman que un desequilibrio en el consumo de ácidos grasos omega-3 y omega-6 puede estar relacionado con el aumento de peso. Dejar de comer alimentos ricos en ácidos grasos omega-3 puede provocar que se coma en exceso porque el cuerpo le faltan estos nutrientes esenciales, lo que contribuye a la aparición de los antojos y los tan temidos atracones.
Además, los productos light o 0% generalmente llevan sustancias edulcorantes nocivas para nuestro organismo porque, entre muchas otras cosas, alteran la microbiota intestinal que es otro aspecto clave en el mantenimiento de un peso adecuado.
5. Dejamos de consumir nutrientes imprescindibles.
En ocasiones evitamos ciertos alimentos que son muy saludables porque también son muy calóricos y la realidad es que esto no acaba de ser así. Como hemos comentado, es más importante ver cuáles son los nutrientes que nos van a aportar los alimentos que consumimos que las calorías que tienen. Un buen ejemplo es el caso de las legumbres. Muchas veces las rechazamos a la hora de perder peso por su contenido calórico cuando la realidad es que son también fuente de hidratos de carbono de absorción lenta que nos dan sensación de saciedad durante un largo periodo de tiempo y, además, nos ayudan a desarrollar masa muscular (que es nuestro “tejido quemagrasas”).
6. Ejercicio sí, pero con moderación.
Hacer ejercicio intenso sin restricciones acabará disparando la respuesta de estés de tu cuerpo y, si esto ocurre continuamente, tu sistema empezará a segregar una hormona relacionada con el estrés llamado cortisol. Numerosos estudios demuestran que niveles elevados de cortisol en el organismo pueden estar relacionados con el aumento de peso.
7. ¿Te comes tus emociones? El aspecto psicológico es fundamental.
Muchas veces pensamos que en la pérdida de peso lo único importante es restarle calorías a nuestra dieta y no podemos estar más equivocados. Sostener esta idea es caer en una concepción reduccionista de nuestro ser y esto es un error.
No somos sólo nuestro cuerpo físico. Es importante adoptar una visión holística del ser humano y tener en cuenta que además de un cuerpo físico también tenemos un cuerpo mental y un cuerpo emocional que deben ser atendidos y cuidados.
En este sentido es fundamental observar y ser conscientes de cuáles son las creencias y las emociones que tenemos asociadas con la alimentación y aprender a gestionarlas.
Si te apetece leer más sobre esto, te dejo el enlace al eBook gratuito: «¿Te estás comiendo tus emociones? – 14 trucos para gestionar el Hambre Emocional» para que te lo puedas descargar desde aquí.
8. “Cuando eliges estar saludable en vez de estar delgado/a, eliges amarte en vez de juzgarte”.
La clave está en escuchar a tu cuerpo, nutrirlo y amarlo desde la consciencia. Para ello, tienes que aportarle a tu organismo un flujo de alimentos que pueda proporcionarle energía y vitalidad sin restricciones. Aprender a comer saludable sin morirte de hambre te permitirá tomar decisiones más inteligentes y conscientes sobre qué alimentos comer o no y en qué cantidades.
Si algo te ha resonado y te apetece compartirlo conmigo, me encantará que me escribas.
Con mucho cariño,
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